Hollow Knight

Los Metroidvania son un género que particularmente me encanta. Generalmente, te dejan solo en un paraje inhóspito, eres un personaje débil y debes ir buscándote la vida para sobrevivir a todas las adversidades que te encuentras.

Conforme avanzas en tu camino y consigues nuevas habilidades, puedes revisitar los lugares donde ya antes habíamos estado porque puede que nuevos caminos o secretos se descubran. Y se abren nuevos enlaces entre zonas. Y aparecen nuevos jefes más poderosos. Y nuevos combos o mecánicas que te revolucionan el juego y lo que antes era muy complicado, ahora es pan comido. Tanto en 3D con los maravillosos Metroid Prime o en 2D como Ori o Guacamelee, llevamos una buena racha en el género. 



Más de 50 horas he tardado en completar la aventura que me lleva a Hallownest. Una extraña infección, insectos por todas partes, plataformas y muchos misterios que aún debo desentrañar. A diferencia de otros, Hollow Knight trae mecánicas típicas de Dark Souls como tener que volver al sitio de la muerte previa para recuperar o perder definitivamente las monedas del juego, y una dificultad ascendente pero muy bien ejecutada. Además si te atascas, seguro que puedes dar una vuelta y volver más tarde. ¿Verdad, Señores Mantis?


Además, durante nuestra aventura nos encontramos con diferentes personajes que también campan por Hallownest. Algunos te venden objetos, otros te ayudan, otros dicen que te ayudan (...). Tienen sus historias y su lore. También conforme avanzamos reunimos en un compendio a todos los insectos, bichos y enemigos que vamos eliminando. No sé la de horas que tiene detrás, pero para ser un indie más de un estudio triple A debería sonrojarse.


El estilo artístico del juego es simplemente precioso. Los insectos, los escenarios, los jefes, todo rezuma buen cuidado a la hora de crear. Podemos visitar desde cavernas claustrofóbicas valiéndonos de una linterna llenas de enemigos asquerosos:
 

O minas de minerales que cuentan con sus enemigos incluso personalizados. El diseño de niveles y la interconexión entre ellos está muy bien ejecutado, algo vital en un Metroidvania.
 

Si bien podríamos decir que no encarnamos al adalid del carisma, pronto se le coge cariño a nuestro inexpresivo personaje. El constante aprendizaje y la capacidad de poder, mediante los amuletos que vamos recogiendo por el camino, cambiar la forma en la que nos enfrentamos a los enemigos, le dan una gran variedad al desarrollo. Podemos crearnos builds centradas en ataque, en más vida, en daño pasivo, combinar todo un poco. Hay mucha libertad y hace que cuando nos enfrentamos a un jefazo y no triunfemos, tengamos que darle a la cabeza para ver qué configuración nos vendría mejor.


Para completar, la música. Espectacular, una banda sonora maravillosa y además efectos sonoros por todas partes. Dale al play y ya:



Nota: 10. Obra maestra. No se le puede pedir más a un juego: divertido, largo, con muchos secretos, jugabilidad pulida, banda sonora, dificultad, un gran mundo, DLCs gratuitos... TOP de la generación. Que llegue ya Silksong.



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