Dark Souls 3
La saga Souls se ha convertido por méritos propios en los últimos años en una referencia, creando su propio subgénero dentro de los RPG. Los Soulslike son, en definitiva, juegos que han marcado a un montón de atrevidos jugadores que han tratado de superar el reto que proponen.
En Dark Souls 3, al igual que en todos los juegos de From Software, la historia queda en un segundo plano. A través de descripciones de objetos o conversaciones con personajes, se puede desentrañar el contexto en el que el jugador se ve inmerso. No es lo más importante de la saga, donde brilla Dark Souls es en su jugabilidad.
Armado con escudo, brillante armadura y espada, lanzando bolas de fuego, poderosos hechizos o milagros, blandiendo espadones como si fuéramos Cloud... cada jugador puede configurar a su personaje al gusto, tenemos máxima libertad a la hora de cambiar parámetros. Montones de armas y posibles estrategias aguardan para afrontar los retos en forma de intrincados niveles, trampas, zonas ocultas y temibles jefes finales. La sensación de satisfacción tras derrotar a un jefe del que hemos tenido que aprender sus patrones para poder vencerle tras numerosos intentos es indescriptible.
En muchas ocasiones, un jugador puede frustrarse ante muerte y muerte. Sin aprendizaje, no hay evolución. Como si de un roguelike se tratara, cada vez que el jugador se adentra en una mazmorra ha de sacar algo en claro: una ruta, un objeto, un atajo... desentrañar los parajes de un Dark Souls, gracias al gran diseño de niveles que tienen por bandera, es muy satisfactorio.
Artísticamente, Dark Souls 3 evoluciona de sus precedesores y toma prestadas ideas de Bloodborne. Enormes catedrales, castillos, catacumbas para quedarse atento mirándolas hasta el más minimo detalle. El diseño de enemigos también es a su vez ingenioso ¿unos frailes con cabeza de serpiente que lanzan fuego, por qué no? Y por supuesto los jefes, memorables varios de ellos y además acompañados de una banda sonora excelsa.
Nota: 9,5. Obligatorio jugarlo. Juego redondo, de los que engancha como pocos. Solo algún pequeño problema con la cámara puede dejarte vendido. El resto de muertes, serán culpa del que lleva el mando. Y ninguna es en vano.
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