God of War
Santa Monica, en vez de desarrollar un nuevo personaje, con nuevas
ambiciones y arrancar con una IP desde cero, decidió trasladar a Kratos a la
fría Escandinavia en donde la paz le trajo un retoño al cual le ha hecho poquísimo
caso hasta el fallecimiento de su ligue. Sinceramente, habría preferido todo
nuevo, pero es la decisión del creador arrastrar el valor intrínseco de la
marca God of War a un nuevo juego no
tan similar a los anteriores.

Puestos en contexto, el juego cambia de género. De un
Hack&Slash solvente pasamos a un mundo semiabierto muy bien recreado. Lo
primero que sorprende son los apabullantes gráficos, brillos, destellos,
texturas. De locos. Es costumbre que los exclusivos de Sony expriman el hardware
al máximo y éste consigue que mi PS4 Pro se ponga en modo turbina nada más
arrancar. Quizás debería Santa Mónica sacar un parche pues esto se acusa en,
por ejemplo, la tienda, donde no hay excesiva carga gráfica. Quizás se
desbloqueen los fps y por eso la Pro comienza a levitar. Me extraña que no
hayan sacado nada tras tantos meses, he temido por mi consola.
Por otra parte el juego se desarrolla en el llamado
plano-secuencia, lo que nos da una experiencia muy fluida al no tener carga
alguna ni cinemática. Incluso en el viaje rápido se implementa un pequeño mundo
mientras el juego carga por detrás el escenario. Atreus se implementa muy bien,
no tienes que estar pendiente de él y ayuda con sus flechas en combate. El chico, pese a lo endeble que parece en
un comienzo, es muy útil y directamente necesario contra ciertos enemigos.
Lo cierto es que la trama, conforme avanza, deja bastante
que desear. En este GoW no tenemos los combates viscerales del GoW3, por
ejemplo. El boss típico es un trol al cual le cambian el color de la piel y
ciertos ataques, pero supone poca diferencia para el jugador a la hora de
enfrentarse a él. A su vez, los esbirros que aparecen en grupo tampoco parecen
tener una IA muy desarrollada detrás. Tenemos dos tipos de ataques por arma y
diferentes combos con una progresión poco ajustada, pues en cierto momento te
inflas de experiencia para gastar. El control debería estar mucho más depurado.
Lo primero que tuve que hacer fue cambiar O y X de orden a semejanza con
Bloodborne por ejemplo, pero no pude sentirme cómodo con ninguna configuración
de bumpers y gatillos. En muchas ocasiones, el control no va del todo fino, lo
cual desespera bastante. Para rematar, el antagonista en su combate final es
decepcionante.
El postgame plantea 2 escenarios: unas arenas con pruebas más
o menos difíciles y un territorio donde farmear tras combates y evitar trampas.
La idea está bien planteada, pero la ejecución es bastante tediosa. El objetivo
realmente final es acabar con las valkirias, los enemigos más duros del juego –
las cuales son otra vez el mismo enemigo con leves detalles en la skin y algún
ataque diferente. En mi partida me enfrenté a la primera a mitad del desarrollo
de la historia y fue realmente muy dura, pero conseguí vencerla aplicando lo
aprendido en cualquier juego de From Software: leer patrón del enemigo, saber
atacar cuando toca. Pronto descubrí que mi configuración de Kratos junto con mi
habilidad gracias al control (SI TE HE DICHO QUE SALTES POR QUÉ NO LO HACES!!) no
era la adecuada, por lo que me enfoqué en subir locamente los atributos Rúnico
y Reutilización. Había que hacer el combate corto, busqué los ataques más
fuertes que antes se recuperaban y mano de santo. La mayoría de las valkirias
cayeron al primer o segundo intento, excepto algunas con ataques que no
descubrí cómo poder sortear. Esto me llevó a que en el combate final, donde la
Reina valkiria tiene todas las habilidades de sus compañeras, la conseguí vencer solo cuando en
mi tiempo de recuperación enlazó ataques que sabía qué hacer contra ellos, pues
algunos eran injustamente inesquivables.

Cuando en God of War no estás ajusticiando esbirros, el
escenario te ofrece muchos pequeños puzles, misiones y coleccionables. No suponen ningún
esfuerzo, pero esto no es malo pues son entretenidos de realizar. Para ir de
lado a lado en el mundo abierto emplearemos una barca en la que Mimir nos irá
contando lore de la mitología nórdica. El juego está muy bien localizado y las
historias que cuenta se agradecen mucho, se ve cariño detrás. Además, la banda
sonora destaca cuando tiene que hacerlo.
Nota: 8,5. Pese al espectacular acabado técnico, el cual
necesita un parche para que no salga volando mi consola cuando no lo necesita,
la jugabilidad no me ha terminado de hacerme sentir cómodo en ningún momento.
Necesita más variedad en su desarrollo, así como de esfuerzo en los minibosses.
Más allá de las valkirias, solo hay un combate que me vaya a acordar de él. En
su desarrollo es un juego muy entretenido con los puzles, con gran trabajo de
documentación detrás y recomendado para cualquier poseedor de una PS4. Posiblemente
su sucesor solucione muchos de estos problemas, pues el cliffhanger te dice: podíamos haber hecho este juego más
memorable, pero será en otra ocasión.
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