Ori and the Will of the Wisps

La desarrolladora austríaca Moon Studios se sacó de la manga en 2015 Ori and the Blind Forest, un un excepcional metroidvania colorido, difícil y que cautivó a todo tipo de jugadores. 5 años más tarde nos llega su ansiada secuela Ori and the Will of the Wisps.


La trama de los Ori es bastante dramática y voy a pasar de puntillas. Nos encontramos en otro bosque, al que hemos llegado con nuestra amiga lechucita. Nada más llegar comienza una serie de catastróficas desdichas que debemos solucionar.


Hay varios cambios básicos jugables. Uno es que se han inspirado en Hollow Knight a la hora de obtener amuletos que encontramos por el mapa para darnos mejoras. También hemos perdido por el camino la capacidad de guardar donde nosotros queramos usando para ello esferas de energía, que ahora se usan para desatar poderosos ataques. Hay muchos, y los podemos asignar donde queramos en los botones, pero son tantos que alguno ni los he probado pues me parecía impepinable ir con la recuperación de vida y el ataque corto que no consume energía siempre disponibles, por lo que me quedaba un tercer botón para poner una habilidad u otra. Muchas veces es casi obligatorio según el mapa tener que emplear una de ella, así que ahora una vez terminada la trama, los usaré para ver cómo funcionan mientras recojo los orbes desperdigados pendientes.


También contamos con un sistema de misiones secundarias que nos encargan diferentes habitantes del bosque. Sinceramente, esto lo han resuelto bastante mal. No hay manera de saber dónde entregar los objetos que uno se encuentra: puedes recordar que era un moxy quien te lo encargó, pero como si no hay 30 no hay ninguno, a saber cuál de ellos te pedía qué. No entiendo qué ha aportado la inclusión de estas misiones al juego. Y similar ocurre con las mejoras. Habiendo terminado el juego, me faltan muchísimos puntos para mejorarlo todo. Me encuentro ahora mismo que el personaje que mejora los amuletos tengo que buscarlo por todo el mapa porque simplemente no sé dónde está. Este juego tiene cosas frustrantes que no debería por qué tenerlas.

He disfrutado lo que más las peleas con los jefazos y las características huidas. Cierto es que igualar al árbol del agua es imposible, pero tenemos buenas secciones de plataformeo que requieren reflejos y habilidad, aunque los dos últimos niveles... una vuelta de más no les habría venido mal, hay mecánicas jugables combinadas con un plataformeo tedioso que no tienen razón de ser (esfera de fuego, estoy pensando en ti). De todos modos, terminamos un buen reto de jefe final, con varias fases y que tras las escenas finales te deja satisfecho.


Nota: 8. Las novedades no me aportan nada positivo, una pena además perder la capacidad de guardar donde uno quiera por un guardado automático. Artísticamente es sublime y manejar a Ori sigue siendo una delicia. Un juego precioso, que requiere habilidad, pero menos redondo que su antecesor.

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